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La Última Vuelta, desde el Puerto

Por supuesto que en esto de vías y andenes las fechas no suponen más que sugieres y es común perderse los días debajo de las palmeras

Encontraba en cada esquina una muestra de inocencia, destellante y alucinante como las luces de los buques desde el puerto
Sencillamente la mar
Sencillamente el amar
Sencillamente la sal con un poco de juventud, para saborear.

Durante estas semanas me he balanceado por el hilo de las relaciones sociales, coleandome en cuanto confeti consigo a mi alcance
Las lecciones aprendidas continúan tal cual como antes, pero creo que la burbuja donde encerré mis pensamientos dudosamente penetraran los de estos "alguien"

Desinfectando por completo mi reputación para entregarme íntegra frente al clero, la paciencia ahora era mi consejero. No podía molestarme nada menos.

Las tardes se pasean entre cócteles de masas atestadas por la promesa de la nueva minería, quienes no podía importarles menos todo aquello que no provenga de su serie favorita.
Confieso que encuentro sumamente graciosa la forma en cómo se mofan del resto. Definitivamente basta con cruzar un estado para que cambien todas las reglas de juego.

 Las noches me las reservaba para los amigos de ocasión que siempre se encontraban en las orillas. No existe mejor sensación que una fresca conversación, el malecón y las fogatas de los refugiados post-modernos.

Sin embargo es difícil mantenerse en zonas fuera de peligro,
jóvenes y hostiles, siempre habíamos sido




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