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Mostrando entradas de junio, 2017

Mariqueando Ando

La felicidad no supone más que el placer de acostarse cada noche cansado y con sueños. Qué tortura acarrea para aquellos que siempre despiertos, cruzan las Américas como un hombre sin rastro. Zumbaba la abeja, “las flores no me quieren, los niños no me temen, ¿Cuál es el sentido de la vida ahora? Zizageando en su vuelo, Lento ¡Qué particularidad! – narraba el ciego – Que haces al hombre pasar del olvido y yo, que sé de ello. Es imposible pensar con tanto ruido y smog Es imposible volar con alas tan pequeñas y un peligroso aguijón. Amarte aun con hambre no es amar, porque siempre caería de nuevo Tengo mi calma en tu ausencia Y tu nombre en mi recuerdo.

Gloria a mi bravo pueblo

Suenan en mi ventana Los estruendos de la realidad El sonido que una vez me sacó de casa Recuerdo con exactitud aquel lugar El caos se apoderó indecoroso, como siempre, lleno de impotencia Era difícil de ocultar Así que en lugar de correr caminamos rabiosos Para evitar que nos llegaran a lastimar Y mientras suene en mi corazón La lucha de mi gente Yo continuaré luchando Por mantenerlos juntos, hasta la muerte Artistas Poetas Amas de casa y señoras sin hogar Todas cantan hoy el himno El himno de mi libertad. Ahora que soy presa de conciencia Por haber caído en el primer juego Soy libre de espíritu Y eso, es todo lo que quiero.

El silencio de los inocentes

Hoy los vi pasarse de nuevo como viejos en sus bufetes Bien vestidos, perfumados, elegantes... Hasta con copete. Me intrigó mucho sus dudas Se quejaban de lo injusta de la muerte Yo que pensaba la vida era condena dura Fíjese que algunos de verdad no tienen deberes. Sé que me reconoció Sé que yo también lo conozco Sé que nuestras manos en algún momento estrechó Sé que nunca lo llamaré un hermano. A ti te dedico mi canto Mi poesía y mi locura A ti, completo y absoluto extraño Lleno de ira y ahogado en dudas Perdedor de quinelas Jaque-mate a tu reina Celebro tu condena Mientras, me visto de princesa.

23:59pm

Me destroza la memoria encontrarte donde nunca te he perdido Hallarnos, de cierta forma, en el sonido oculto tras mis oídos Es sencillo aclarar la cabeza, cuando el corazón siempre ha sido certero Pero vas más tú y tu indiferencia, que el mismo cariño que te tengo. Demuestras con promesas los golpes que recibí en antaño Como si en algún momento mi cuerpo no fue campo de guerra Vi derramada mi sangre por culpa de unos bastardos Conozco bien los nombres de los que le tienen miedo a las treguas. Podría encontrarte en cada destello de cualquier momento que me traslade a tu pecho. Estoy segura de ello. Pero la distancia, el silencio, el miedo, nada de eso lo quiero. No conmigo, Contigo, Nunca.

Despertar de mis santos

Juro por los vivos que he oído hablar a un muerto Acudiendo a mi como confidente. Con los ojos completamente desiertos Efusivo contra el panorama Entró en pánico la advertencia Cerraron todas las puertas. Comience nuevamente en enero, Es lo que recomiendan los médicos. Escondí entre mis baches su ausencia Como si por un momento pudiese yo comunicarme con ellos. Y le juré amor solemne, A pesar de que algunos, realmente ya partieron Comencé a encontrarme con mis demonios Altos, gordos y complejos Enredaderas de mis marañas Traicioneros los recuerdos Advertí a cada uno de los presentes No disimulo bien el juego. Comience la partida nuevamente Yo solo me adelantaré para no aburrir al clero.

Carta a sus yeguas

En realidad, nunca supe de qué animal se trataba Todos con cuatro patas parecen iguales, Salvajes, Traviesos, Incontenibles. Eran en realidad el corazón que latía cuando no había nada qué ver en el clima Ese recuerdo cuando se empapan las calles, Me encontré en sus ojos antes de haberme perdido Y para cuando intentaron avisarme, era demasiado tarde, ya había perdido una cita c on el destino de mis más grandes anhelos, Con el señor que me ayudó a recobrar el aliento. Nunca sabré cómo agradecerle Nunca entenderé de dónde comen sus yeguas Pero me encantaría que, por un momento, el mundo se tratara solo de ellas. Esos dos pequeños en un campo tan inmenso que se pierden, se ocultan y vuelven de nuevo. Mis dos corazones latiendo.                                                        Dedicado al Sr. Uruguayo con quien nunca pude compartir un café.