En
realidad, nunca supe de qué animal se trataba
Todos con
cuatro patas parecen iguales,
Salvajes,
Traviesos,
Incontenibles.
Eran en
realidad el corazón que latía cuando no había nada qué ver en el clima
Ese
recuerdo cuando se empapan las calles,
Me encontré
en sus ojos antes de haberme perdido
Y para
cuando intentaron avisarme, era demasiado tarde, ya había perdido una cita con el
destino de mis más grandes anhelos,
Con el
señor que me ayudó a recobrar el aliento.
Nunca sabré
cómo agradecerle
Nunca
entenderé de dónde comen sus yeguas
Pero me
encantaría que, por un momento, el mundo se tratara solo de ellas.
Esos dos
pequeños en un campo tan inmenso que se pierden, se ocultan y vuelven de nuevo.
Mis dos
corazones latiendo.
Dedicado al Sr. Uruguayo con quien nunca pude compartir un café.
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